Dulce

Durmió los truenos

 

 

 

Era una niña dócil

inocente como toda niña

escribía para desahogarse

en los huecos de las paredes

encondida en los postigos

con el sol de la tarde

Dios como testigo

de la sed de amor

y el hambre

 la melancolía del vacío.

 

Miraba su propio cielo

de atardeceres sombríos

así creció haciéndose

inmune al desamor y al martirio

no dejó que sus palabras

pusieran huellas

ni se derramasen

sin queja y sin llanto

adormeció los truenos

amordazo el miedo

no solo para que no la vendan

sino…

para que no la regalen.