Bajo el sol que atraviesa mi puerta de vidrio,
tu nombre vibra en cada hoja del aguacate que se mece.
La música que escucho... esa que tú escuchas
abre un pasadizo secreto donde tu voz respira en mi pecho.
Eres caricia que despierta la luz,
aliento que endereza mi sombra cansada,
pasión que incendia mis silencios
y enajenación que me gobierna como un sueño que no termina.
Mi pensamiento baila un tango con mis sentimientos,
mientras el polvo dorado del aire
parece escribir tu nombre con paciencia de luz.
Y aun cuando mis ideas vagan, dispersas,
todas regresan a ti:
mi pensamiento P, generado en mi mente M,
siempre cumple su destino:
lim (t → ∞) P(t) = T.
Y ese T, amor mío, eres tú.