Como dos amigos
el viento y yo, a solas,
entre los olivos.
Se escuchan las sombras.
Se ven los latidos.
Y estáticos posan
pájaros dormidos
sobre antiguas ramas
de troncos heridos.
-Escucha, me dijo
la voz de mi amigo.-
Y de una guitarra
escuché un quejido
que ronco volaba
entre los olivos
peinando guedejas
de pueblos perdidos
que el aceite baña
y perfuma el vino.
Le dije:
-quiero ver aldeas
que en montes dormidos,
guardan tradiciones
y sufren olvidos.
Me miro en los ojos
aquél aire amigo,
y serio me dijo:
- Mira en tus adentros.
Que esta tierra, Elías,
la llevas contigo.