Pasaste a mi lado y rozaste mi alma,
tu sonrisa despertó mi dormida calma
y mi mirada contestó tu torpe llamada.
Esa noche, la gente se hizo nada.
Y pasaban las entretenidas horas,
como pasaban los oscuros paisajes.
El viento golpeaba travieso las ventanas
y una solitaria luna nos miraba.
Pasaste, te sentaste a mi lado,
tu esencia inquietó mi cuerpo y mi mente
y se esfumaron las palabras presentes.
Esa noche, el bullicio del mundo se aplacaba.
Y sonaban cómplices canciones,
como sonaba en la noche el silencio.
El viento sereno dejó las ventanas
y la entretenida luna nos contemplaba.
Pasaste a mi lado y confundiste mi razón,
tu ternura perturbó mi corazón,
y nuestra historia, esa historia de amor,
esa noche floreció con esplendor.
Silvana Ibáñez
(14/04/24)
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