Clodovaldo rememoró en un par de horas toda su historia, recién se daba cuenta de lo frágil que era la vida. En todos los años transcurridos solo se había llenado de egoísmo, reglas y sabiduría, que no solo lo aislaba, sino que lo hundía en esa soledad no bien elegida.
Su pelo cano, su cuerpo giboso, sus piernas cansadas y su andar desaliñado lo hacían apoyarse en el bastón, toda la tormenta de la vida se fruncía en su frente, se sentía pesado como una gran piedra…pero nada pesaba tanto como su ego.