Nunca vi en su diáfana mirada, pasión.
Menos aún, cierta alegría o melancolía.
Al verle así, me abrazó una conmoción.
Hoy indago sí eso, era amor o fantasía.
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Por un tiempo viví, deshojando flores.
Valga, en ello, la idea del alivio recibir.
Ya sé que, la duda, se viste de dolores.
Y, qué el ardid, jamás será, un subvenir.
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La vida y sus drásticas lecciones, enseña.
Nada es más clara que, una advertencia.
Más sufrirá, el que a ignorar, se empeña.
Del mal y bien, se debe tener conciencia.
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