Los sueños son esa luz o oscuridad en nuestro interior, esa llave pequeña pero con el propósito de hacerte cruzar a tu destino; ése destino que no se puede evitar y que el aceptarlo nos ayudará a ser más capaces, un destino que siempre que querido ver, conocer y sólo tal vez vivirlo.
Atravesar la puerta del entendimiento a si mismos, conectar con ése punto oculto de nuestra alma difícil de ver, difícil de entender; saber comprender cada uno de los sentimientos que habitan en ti y con suerte hacerlos tuyos, sólo tuyos y no de la vida.
Ignorarlos es ignorar lo que sientes, tanto tus dolores como lo que realmente te hace feliz. Siempre creí que la oscuridad trae consigo un sin fin de peligros que pueden cruzarse en tu camino y que una linterna siempre iluminará hasta lo más profundo de tu mente, dejando revelar al viento secretos que una vez fueron verdad, sin embargo en el más pequeño susurro descubrí lo que fuí, un susurro proveniente de esa oscuridad qué tanto evitaba, que tanto pensaba que era mi enemigo y resultó ser él más sincero.
Me costó mucho entenderlo, el como soy, en lo que me he convertido a pesar de todo, pero una vez que lo hice pude entender lo que es estar dormida en un profundo sueño de luces y sombras. Entendí quien era y como el mundo se reflejaba en mí.