No deberías permitirme tu atención…
sí fui yo quien lastimó tu corazón.
No siquiera merezco el disimulado halago de tu mirar,
tampoco la gracia de tu parsimonioso caminar…
sí fui yo el causante de tu aflicción,
el actor principal de la melancolía que te oprime,
el autor de la desolación que ha teñido tu vida de gris.
Como quisiera dar marcha atrás…
y volver a recapitular…para corregir,
como quisiera tener una nueva oportunidad…
para esta vez…tomar la mejor decisión.
Pero la vida nunca mira atrás,
los recuerdos quedan como heridas…
muchas veces perturbando la conciencia,
dando vueltas en la mente…
sin encontrar enmienda a la equivocación.
Después del largo tramo recorrido…
ya no queda otra opción que continuar.
Cuando estoy aquí, recluido en mi habitación,
autoexiliado en mi nostalgia,
aislado en mi absurda y solitaria realidad,
cuando me siento así…es inevitable meditar:
“de que sirve especular, si tú nunca lo sabrás,
de qué sirve gastar mi tristeza en ti…
imaginando escenarios que jamás sucederán,
ni para bien ni para mal”.
Lo más difícil de existir…
es aceptar que la ausencia es la manera de valorar la esencia…
de aquello que no volverá,
y tú no regresarás… porque simplemente…
yo dejé de existir en ese mundo de ficción.
Tu llegaste a olvidarme…y cuando eso sucede…
es porque simplemente ya dejó de doler.
Yo no encontré la manera de desconocerte…
y por eso en mis versos insisto en buscarte entre líneas,
tratando de justificar, de alguna forma,
nuestra frustrada historia de amor.
De qué sirve gastar mi tristeza en ti…
insistiendo en esta auto destrucción…
sin futuro ni razón.
¿De qué sirve gastar mi tristeza en ti? …