Ella era hermosa; tenía los ojos color café y la piel de blanco leche.
Él no era nada lindo, incluso sus piernas -torcidas-, parecían dos medialunas.
A pesar de eso (o quizá a raíz de eso), un buen día se citaron para desayunar.
Derechos reservados por Ruben Maldonado