En la distancia callada entre un latido y otro,
te encontré—
una luz suave plegándose dentro de mis sombras,
enseñándoles a brillar.
Tu nombre se mueve dentro de mí
como un viento que recuerda cada lugar
que ha tocado alguna vez,
y aun así elige mi pecho
para descansar.
Cuando la noche deshace
sus hilos oscuros sobre el mundo,
tú eres la aguja tibia
que vuelve a coser mi esperanza—
paciente, precisa,
sin miedo a la venganza.
Si alguna vez tiembla mi voz,
sabe que es solo porque
tu presencia convierte el aire común
en algo sagrado.
Y si el amor es un futuro esperando ser escrito,
entonces que cada página empiece aquí—
donde mi alma se inclina suavemente hacia la tuya,
desnuda,
feliz de que todo, por fin
fluya.