Ni te imaginas las veces que he pensado en volver a follar contigo.
En como encajarían nuestros cuerpos,
en como se encontrarían nuestros ritmos,
sin aviso, sin tregua,
con la urgencia de quien necesita respirar y no puede.
Las veces que he pensado en volver a perderme en ti.
En como bastaría un roce o un gesto,
para que todo lo contenido estallara de nuevo.
Porque hay deseo que no muere,
solo aprende a esperar su momento.
A veces lo imagino con esa calma tensa que precede a la tormenta.
Tu respiración cerca,
los nervios inevitables del reencuentro,
ese segundo suspendido en el que el cuerpo recuerda lo que la mente quiso olvidar.
No sería igual que antes, lo sé,
pero tampoco distinto del todo.
Algunas pieles conservan historias que no se pueden traducir,
y la nuestra todavía susurra un idioma propio.