Yull Eduardo

¿Qué es?

Qué es?

¿Qué es que cuando te miro me mata las ganas de amarte? ¿Qué es?

¿Qué es que, aunque no me pertenezcas del todo, siempre estoy a la espera de tu beso?
¿Qué soy yo para ti?

¿Qué es eso que pasa cuando tú no hablas y yo siento desvanecer mi vida, carne por carne, hueso por hueso… hasta quedar en polvo?
¿Qué es?

¿Qué es?

No hay nada que no tenga explicación, pero este amor no la tiene.
No tiene sentido que me muera así, sin encontrar respuesta.
¿Será que no la veo, o no la vemos?
¿Somos ciegos de amor… o el amor es ciego?
Aún no lo sé.

No sé de qué callada manera podrás explicarme lo que hiciste conmigo.
Qué hice yo, qué hiciste tú, para amarnos así…
¿O soy yo el único que te ama?

Tu silencio, fugaz y frío, no me lleva a nada más que a la santísima muerte.
Quiero ser aire; quiero ser átomo, para impregnarme en ti.
Quiero anidar en esa oscura soledad que escondes y no dices.

Quiero hacerte el amor sin que sea hacer el amor.
Quiero que nuestros cuerpos rocen nuestras almas sudadas de amor.

Quiero aprender a sostenerme sin tu presencia, porque no sé qué sería de mí si un día tu amor y tus ganas dejan de nombrarme

Más elocuente es decir que no existe manera de dejar de amarte:
pertenecerás a cada parte de mi cuerpo.


Y aun así, aquí estoy:
de pie frente al misterio que somos,
alzando este amor como quien levanta un fuego en la noche,
sabiendo que duele,
sabiendo que quema,
sabiendo que es imposible.

Porque si algo he aprendido en este laberinto tuyo,
en este silencio que me hiere y me llama,
es que no hace falta explicación
para aquello que arde más allá del nombre.

Y si este amor ha de consumirme,
que me consuma entero.
Que me vuelva ceniza,
que me vuelva sombra,
que me vuelva luz…
pero que no me deje sin ti.