Dejar una pequeña sombra,
un guiño a la flor,
tal vez algún grito al viento…
olvidar la fobia cuando se corre,
sentir al suelo vibrar su dolor,
entender lo que se había perdido;
lo que aún no se nombra.
Pequeñeces de la vida,
el nido en la tierra,
con el cobijo de la hierba,
un necesario respiro…
y los absurdos que confabulan,
solamente hay que apretar el paso,
dejarlos bien atrás,
magnificando el instinto voraz.