NADA ES PARA SIEMPRE
Todo se va, como la luz del día,
como la voz que al eco se deshace,
como un suspiro al aire que se place
y muere al sol de la melancolía.
Nada perdura, nada desafía
la ley del tiempo en su callado enlace;
todo se vuelve sombra que no yace,
todo es adiós que en la brisa confía.
Mas si el instante al fin nos abandona,
nos deja su huella tenue en la mirada,
como un rumor que al alma la corona.
Y aunque la flor se apague enamorada,
la vida, en su fragor, nos lo perdona:
ser finitud también es ser morada.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025