Un silencioso recuerdo,
un religioso agradecimiento de una súplica concedida,
una muda compañera de un entierro,
acaso una ondulación,
ocasionado por algún espíritu fugitivo.
*
Un esperanza en la ventana de alguna casita solitaria,
puerto para viajeros en busca de hospedaje,
perdidos sin rumbo en la neblina del páramo
en una oscura y tormentosa noche.
*
El reloj de la antigua Roma,
sus minutos fundiéndose paulatinamente,
gastando gota por gota las horas
hasta la traición de un César.
*
La iluminación del escenario de la fiesta de pentecostés,
banquete del Rey Arturo con sus caballeros valientes,
actores de rango igual
en la tragedia céltica de Camelot.
*
Durante siglos brindaron las velas
luz para los poetas y escritores
a manchar con tinta su inspiración
en pergamento virgen.
*
Y en las noches románticos,
reservada la mesa frente al mar,
la cena con brindis al amor,
las velas nunca se deben faltar.
David Arthur ©®.
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