Luis Barreda Morán

Claroscuros del Alma

Claroscuros del Alma 

Quienes sienten el alma cargada de una profunda desesperanza y angustia,
y atraviesan la existencia sin un rayo de luz ni esperanza alguna,
ocultan su verdadero ser tras una máscara de alegría fingida,
obligando a su boca a dibujar una mueca de felicidad vacía,
mientras por dentro solo existe un vasto y silencioso desconsuelo.

Muchas lágrimas caen en la intimidad de la noche más oscura,
cuando cesa el bullicio y nadie puede ser testigo del quebranto,
porque el corazón sufre en secreto su propia y amarga condena,
y esa alegría que mostramos durante el largo y fatigoso día,
no es más que un pesado disfraz para engañar a los demás.

Cuando la paz interior se ha perdido para siempre en la memoria,
y cada paso que damos solo encuentra espinos y dolor profundo,
entonces surge en el semblante un gesto tenso y forzado,
un destello fugaz de una felicidad que ya no se posee,
un eco vacío de algo que murió dentro del pecho.

La gran fiesta de la vida está llena de falsas apariencias,
todos representamos un papel breve con ropajes prestados,
en este escenario aprendemos la difícil y penosa lección,
de mostrar alegría cuando el llanto nubla nuestra mirada,
y de expresar dolor con una risa fuerte y desgarradora.

Aquel que sufre calla su pena con valor y con silencio,
y enfrenta cada jornada con una fuerza que le es ajena,
sonríe a los otros para que no adviertan su honda herida,
y así protege su mundo interior de miradas y preguntas,
cargando solo con el inmenso peso de su propio infortunio.

Nada es tan triste como ver una cara feliz sin sentimiento,
una expresión de gozo que nace de la más pura obligación,
donde los ojos no brillan con la chispa de la verdadera dicha,
y en su profundidad se adivina un mar de penas escondidas,
un pozo sin fondo de soledad y de amargura constante.

Así transcurre la vida entre claroscuros y sombras largas,
con momentos de luz artificial y otros de oscuridad total,
entregando monedas de alegría falsa a cambio de nada,
gastando las últimas fuerzas en mantener la ilusión vana,
hasta que el cuerpo y el espíritu claman por un final.

Por eso debemos ser compasivos con cada ser que encontramos,
nunca juzgar su camino pues desconocemos sus batallas,
detrás de una sonrisa amplia puede vivir un gran tormento,
y ese gesto amable quizás es el último recurso de un alma,
que lucha por no hundirse en su propio y oscuro abismo.

—Luís Barreda/LAB