A los amores que se quedaron entre palabras no dichas,
y a las almas que siguen buscándose en el silencio.
Sé que mueres de amor por mí, pero lo callas.
Sé que tu pensamiento me ronda, aunque no te atrevas.
Balbuceas mi nombre sin querer,
pero tu voz se detiene antes del abismo.
Y yo aquí, fingiendo calma,
hilando tu recuerdo entre mis días,
mordiendo el silencio que me nombra,
jugando a olvidarte mientras te espero.
A veces sueño con tus pasos,
con tus manos que aún saben mi forma,
con la mirada que me quema en la distancia
y el eco tibio de tus palabras rotas.
Y entonces me pregunto —
¿qué será mejor?
¿Saberte muerto o solo callado?
¿Que me busques y no me encuentres,
que me llames y no te conteste,
o dejar mis enojos a un lado
y correr, temblando, hacia tus brazos?
Elizabeth A. Castillo Martínez — Liaazhny