¡Ay, pastorcito que vas descalzo por los campos!
¡Ay de tu cuerpo, con harapos viejos cubierto!
¿Por qué el sol de la infancia no te calienta el cuerpo?
¿Acaso el invierno, con su frío, lo ha ahuyentado?
Dime, pastorcito: ¿y esa barriga con hambre?
-¡Quién alcanza la luna con su panza de estambre!-
Las ovejas juegan a esconderse entre los mimbres
y en tu cansancio, los ojos se te duermen tristes.