Me aferro a la vida
con poesía en la mente,
pero dolor en el corazón.
¿Qué se necesita para vivir de ambos
sin caer en un delirio
que pase desapercibido
en este triste y alocado mundo?
Salto de felicidad,
lloro de tristeza…
y muchas,
pero muchas veces,
es a la inversa.
Me tachan de loca,
de maniática —
tal vez lo sea.
Porque si mis lágrimas
brillaran tanto como las tuyas,
nadie dejaría de consolarme,
y me permitiría
este rico mareo
de pasiones creativas.