Anclados,
hilos de sangre nos atan.
Gravedad:
impide ser espíritus flotantes.
Compaginados
a los pulmones de la vida,
luz atrapada en un capullo de carne,
anhelando la vastedad del viento.
Flor y espinas,
marchitas antes de surgir,
sacrificando su forma
para que el mundo pueda latir.
Corteza rugosa de un cedro,
pies descalzos del humano:
unidos en raíces,
puente a lo sagrado.
Buscando oír su mensaje.