Miguel Aiuqrux

CONFESIÓN DE UN HOMBRE LÚCIDO

Hay ideas que no se piensan impunemente.
Raskólnikov no mató por odio, sino por lógica.
Creyó que podía ser más que un hombre,
y descubrió que entender demasiado también destruye.

 

No me arrepiento del crimen,
me arrepiento del pensamiento que lo engendró.
Porque pensar también mata,
aunque el cuerpo quede intacto.

He caminado por calles donde el perdón no tiene domicilio,
y he dormido junto a mi sombra
como quien comparte cama con su juez.

El mundo me llamó culpable,
pero el mundo no estuvo allí
cuando la idea, desnuda y pura,
me prometió redención en forma de cuchillo.

Quise ser más que hombre,
y terminé siendo menos que humano.
Dios no habló.
Solo el silencio —
y en el silencio descubrí
que la conciencia es un verdugo más elegante que la ley.

Si alguna vez me encuentras en tus pensamientos,
no me absuelvas:
compréndeme.