Escribir me da tristeza
y me siento devastado
si la pluma temerosa
solo escribe un verso vago
sin sentido, sin esencia,
cuando abunda tanto llanto
en los niños, las mujeres
y también octogenarios,
desprovistos en el mundo
del amor que les negamos.
Escribir me causa rabia
si mi verso es inexacto;
o tal vez, escurridizo,
del dolor de los humanos
que padecen sus miserias
y perviven olvidados.
Escribir nada a la vida
es como ir alucinando
que no existe la injusticia
ni tampoco lo sectario
y quizás ni lo diverso,
ni tampoco los avaros
que se comen al más débil
que sufriendo van rechazos.
¿Va la pluma convencida
descubriendo en el ocaso
los horrores de este mundo
que se clavan como cardos?
Escribir no tiene nombre
si los versos saben laxos…