Evoco la luz de un fósforo que alumbre
la compasiva mirada de los santos.
Evoco una ventisca en el campanario
que limpie, de las campanas, toda herrumbre.
Evoco las amplias sombras de tu atrio
y voy camino hacia tu altar y en silencio,
sobre el dolor de mis rodillas me postro,
en comunión con responsos y lamentos.
Evoco en las oraciones de mi abuela
la luz endeble de una fúnebre vela
y ante tu altar bendito mi llanto invoca,
de mis pecados, la expiación anunciada.