Llueven luces, alma mía,
de un noviembre sideral,
y la noche en su poesía
tiembla en oro celestial.
Cada trazo, breve historia,
se disuelve en el cristal,
y en su fin hallo memoria
de lo eterno y lo vital.
Soy ceniza, soy cometa,
soy instante sin final;
la belleza es la secreta
forma de lo inmortal.