Para quienes se reconocen más allá del tiempo y la memoria, en cada vida, en cada estrella, en cada intervalo de silencio. Para quienes saben que el amor verdadero no se mide en días, sino en latidos que atraviesan eones, y que el encuentro final (aquel que enciende los latidos apagados) siempre llega cuando el universo conspira para unir de nuevo lo que nunca realmente se separó.
Para ti, mi Pantera Negra.