Fuiste libre y no lo supiste;
de tu mente fuiste soberano
riendo, llorando y dando la mano;
fuiste libre y nunca perdiste.
Fuiste libre, pero no sufriste
de desamor, odio ni mentira;
no entendiste de maldad ni ira,
solo reías y el candor viviste.
Ahora, esclavo de tus yerros,
verdes y marrones como cerros,
aún eres libre en la derrota,
pero, preso con el alma rota.
Ahora, añoras el pasado
ser libre y gozar como infante,
borrar el presente un instante,
llevar ese niño abrazado.