William Contraponto

Soledad Sideral

Soledad Sideral

William Contraponto

 

La Luna, cansada de su órbita impuesta,

se aleja lenta, discreta y serena.

Desde lo alto, observa la Tierra, que encierra

su propio dolor en vieja condena.

 

El hombre en su silla, sin ilusión,

mira las noticias del abandono.

“Si yo fuera ella” —dice con razón—,

“también huiría de su antiguo dueño.”

 

Hay algo lúcido en tal sarcasmo,

una risa amarga, cósmica y fría.

Quizás la Luna huye del marasmo

de un mundo que seca su propia alegría.

 

¿Quién soportaría tanta guerra,

tanto grito en nombre de la verdad?

Hasta los astros huyen de la Tierra,

por miedo a nuestra humanidad.

 

Y el hombre, solo, frente a la pantalla,

ve al silencio tornarse compañía.

La Luna se va, y él se desvela:

reflejo de su melancolía.