Слава Голубков

Viento español y ceniza de recuerdos

¿Recuerdas el polvo después de la lluvia en Andalucía?

Amargo como café frío en el balcón,

donde un viejo con su guitarra cantaba

que hasta las piedras guardan pasos de enamorados.

 

Bebimos zumo de granada en tazas de barro,

y las naranjas en los huertos pesaban como viejos secretos.

El viento de Sierra Nevada traía susurros de murallas moriscas —

los siglos borraban nombres, pero no el dolor.

 

Decías que en cada casa aquí habitan sombras:

unas bailan flamenco bajo la luna,

otras escriben cartas en la arena

que el mar se lleva por la mañana.

 

Yo miraba cómo las cenizas de la hoguera

ascendían hacia las estrellas,

y pensaba: solo somos un dibujo en un azulejo.

Incluso la pasión, incluso los juramentos hechos a medianoche,

serán un color en el mosaico ajeno.

 

Pero si alguna vez regresas —

busca el olivo junto al camino a Granada.

Bajo él escuchamos en silencio madurar el tiempo.

Sus raíces aún recuerdan nuestro sueño.