Dos de la tarde salimos a pescar ,
el mar estaba agitado y solo éramos
tres ,entre nosotros nos miramos
a ver cuál de los tres decía regresemos
porque el mar estaba bravo ,
yo no dije nada y le hice la señal
que siguieramos el rumbo,llegamos
al lugar y preparamos algo.
Antes que llegue la noche cojimos
calamar para calar antes del amanecer,
esa noche fue duro porque no podimos
dormir y largamos el material al agua.
Lo bonito fue que se calmó el tiempo ,
nos servimos un bocado y vimos que
el material corría rápidamente y
exclamamos hay algo, tomamos
la punta del material y que grandioso
nuestro Señor que agarramos
tres peces grandes.Con mi experiencia
de pescador mi cálculo era de ocho
quintales , que felicidad, tomamos
rumbo a puerto a toda máquina porque
sabíamos que más tarde era duro
para entrar y ya llegaba el medio
día.Al fin lo logramos, llegar sanos
y salvos,pero todo empapado, como
recuerdo ese día que fue de dura tarea
y al final nos llenó felicidad.