José Luis Barrientos León

Ella

 

Ella podía intuir el tremor rítmico de mis labios

la vibración espasmódica de mis párpados

advirtiendo la luz que le inflama su cuerpo

era como la mañana encendiendo la vida

la piel incendiándose con la yema de los dedos

la frescura penetrante del agua sobre el cuerpo desnudo

 

Ella invitaba a descubrir la noche, rozándola y besándola

con el presagio del infinito en su mirada

discurriendo entre sueños y pensamientos

ilusiones que tienden trampas al desvelo

que permiten la contradicción de la fragilidad y el deseo

el extremo libre de la entrega y el extremo sumiso del orgasmo

 

Ella es libre de hacerlo, henchida, sin miedo,

sencilla, reflexiva. Voraz, ingenua

engullendo brebajes de susurros y aliento

arremetiendo contra el silencio

con la fragilidad y ternura de un furtivo beso

y el desprecio vehemente de un irónico, ¡te tengo!