Antonioillan

Soneto del gato de Inma

El gato de Inma piensa y no se afana,

sonríe con los ojos, sin alarde,

camina al sol ligero de la tarde,

y nada entre la sombra que lo hermana.

 

Duerme cuando te mira, y en su arcana

mirada duerme el mundo. ¡Dios le guarde!

Su paso por la hierba nunca arde,

pues flota como un sueño en la mañana.

 

No busca más que ser lo que respira,

un soplo de jardín, un gesto sabio,

un dios menor que juega y que conspira.

 

Y tú, que lo contemplas sin resabio,

sabrás que en su silencio se retira

la música rosada de tu labio.