Si, ser humilde poeta de nombradía,
es humildemente elevarse en vida.
Como no jactarse, al ser enaltecido.
Si modestamente, con nuestra alma
endiosamos febrilmente la belleza.
Esa incomodísima carga,
es un vaivén ponzoñoso,
entre la destreza de crear la más
elevada y sublime belleza
y el hastío por la conjetura de
una falsa distinción presuntuosa
para los hombres.
Al final, guardamos la premisa
y nuestro más íntimo secreto.
Que somos seres corrientes
he infinitamente inmortales.