Salgo a la calle,
a ver a esa camarera de un bar bien,
en su barra sonriente...
In situ, imaginaré,
cómo su azúcar se me funde...
sin decirle nada, sin que me escuche...
Y tomaré su café,
que vincula a la diosa con este cliente,
de un modo apasionante...
Luego, en un aparte,
sobrevino su triunfo y mi desastre,
no sabe ni mi nombre...