No conocí a ese buen ángel,
que visitaba el madrigal
donde hospedaba mis desaventuras...
¡Gloria inmortal en su lecho!
No conocí a ese buen ángel,
de blancos versos de paz,
frondosas metáforas sin igual.
¡Gloria inmortal en su lecho!
No conocí a ese buen ángel,
de esencia noble e ínclita voluntad
de aprender, superarse y soñar...
¡Gloria inmortal en su lecho!
No conocí a ese buen ángel,
que hoy no está más con nosotros.
Más, por emblema adoptó
el denuedo cordial nuestro...
Un popurrí de tus versos rútilos,
hasta tu sueño eterno e íntimo.
¡Gloria inmortal en su lecho!