In memoriam Patricia Sabag (PASABA)
Patricia, hace pocos días partió,
dejándonos un silencio abierto
en este Portal de Poemas del Alma.
Su seudónimo, PASABA, hoy resuena
con una verdad que duele y alumbra:
todos somos tránsito,
viajeros que dejan luz al rozar la vida ajena.
Ella descendió en una estación que nadie elige,
y su ausencia nos atraviesa
como el hueco que queda tras un poema
que todavía respira en la página.
Pero su voz permanece:
quieta en sus palabras,
viva en la memoria de quienes la leyeron,
humana y luminosa
como era su paso entre nosotros.
Para ti, Patricia, que pasabas
dejando poesía a cada paso.
Algún día, en otra estación del cielo,
volveremos a compartir un verso.
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Estación de los que parten
(Wcelogan)
Para morir —dice el antiguo adagio—
hay que estar vivo;
pero nadie conoce el instante
en que la luz se retira
y deja de sostenernos.
La partida llega
con la majestad discreta
de lo inapelable:
un soplo que se apaga,
un gesto que se aquieta,
una mirada que desciende
a territorios invisibles.
Duele aceptarlo:
los que caminaron a nuestro lado
abandonan el sendero
con la gravedad serena
de un rito sin palabras,
como si atendieran un llamado
que nosotros aún no alcanzamos a oír.
Sus nombres permanecen
en la quietud del hogar:
una silla intacta,
una voz detenida
en la arquitectura del recuerdo
y de algún poema en el portal.
Y seguimos,
no por voluntad
sino por mandato del aliento,
como quien avanza
en un tren que nunca detiene su marcha,
mientras en cada estación
descienden seres queridos
y el vagón se ensancha
con el peso de su ausencia.
Uno sospecha entonces
que quizás —en la segunda,
o en la última de tantas paradas—
nos aguarda también
nuestro propio andén,
ese punto donde el viaje
nos pide descender
con la sobria claridad
con que la bruma
se desprende del amanecer.