Si alguna vez el destino nos cruza de nuevo,que no sea bajo la luz dócil del perdón, sino en la penumbra donde arden los nombres olvidados.
No vendremos a amarnos, vendremos a reconocernos como dos ruinas que aún conservan el perfume del incendio.
Que nuestras miradas no pidan, que solo constaten, hubo fuego, hubo noche, hubo una eternidad que se quebró en silencio.
Y en ese instante suspendido, cuando el aire tiemble con lo que callamos, que el universo entienda que hubo belleza en nuestra caída, y que aún en la sombra, fuimos infinitos.