Qué obsesión.
Esta que me atrapó sin compasión,
llegó sin aviso, sin razón.
Tú sigues tu vida tan normal, como si nada te pesara;
mientras yo, en mi cuarto, me pierdo en recuerdos que no paran.
A veces me dan hasta ganas de llorar…
y tú, tranquila, sin pensar en lo mal que me haces pasar.
Yo, como tonto, te intento olvidar,
hundiéndome en la desgracia,
porque no sabes amar.
Suéltame ya.
No entres a mi corazón nunca más.