Quisiera amarte, sí, con ansia pura,
mas llevo el alma rota, sin ternura;
mi corazón, reliquia carcomida,
agoniza en la sombra, arrepentida.
Soy un despojo de pasiones viejas,
un eco triste que a sí mismo quejas;
la fe me huyó, la ilusión me abate,
y en mis heridas el llanto se abate.
Tu amor, que es bálsamo, me da tortura,
porque en su brillo mi ruina murmura;
tus manos curan, mas en su contacto
mi carne sangra el recuerdo exacto.
Quisiera darte mi amor sin resabio,
mas llevo adentro un sepulcro agravio;
fui crucifijo de antiguas promesas,
de besos vanos, de almas aviesas.
Soy la ceniza de un fuego extinto,
soy lo que queda del bien distinto;
y aunque me miras con fe sagrada,
mi amor se muere… de nada, de nada.
Perdóname si mi amor no florece,
si en vez de cielo, mi abrazo oscurece;
no es por desprecio, ni vil desgano:
es que la vida me hirió… temprano.
Quisiera amarte con fe infinita,
con alma nueva, jamás marchita;
mas soy naufragio, dolor y abismo,
y me consumo… por mí mismo.