Me enamoré de una bruja hechicera
Y una noche en medio de tormentas, relámpagos, rayos, lluvias y tempestades
Me enamoré de una bruja hechicera entre sombras siniestras y espeluznantes oscuridades
Sus enaguas negras se posaron sobre mi cuerpo, dejándome atado, nervioso y pálido en mis debilidades
Sus manos huesudas y frías, estrecharon mi ardiente y palpitante corazón, acrecentando mis ansiedades
Enmudecido y con la boca abierta, la hechicera con sus labios fríos se posó en los míos con las fuerzas de sus intensidades
Con su sonrisa estridente cautivó mi alma agitada, arropándome en su bata negra al calor de sus intimidades
Me montó en su palo de escoba y me llevó a su guarida entre sombras siniestras y otras barbaridades
Cruzamos montañas oscuras, entre graznidos de cuervos y voces de ultratumba, quedando atónito en medio de mis perplejidades
----
Y allí en su adefesio y hedionda madriguera, que usaba como morada, doblego mi espíritu y agitó con su magia negra, mi ardiente y palpitante corazón
Con su cuerpo de diosa y su vestimenta negra, agitó las debilidades de mi pasión
Sus palabras sacadas del más allá, se convertían en un hechizo mágico, estrechando nuestra inesperada relación
Me besó con locura y entre sus labios introdujo sus pócimas y brebajes, nublando mi borrosa visión
Entre más me besaba, agitaba en el caldero hirviente sus ungüentos y conjuros maléficos, haciendo volar mi acalorada y suplicante imaginación
En medio de gatos negros que maullaban y el revoletear de cuervos con sus graznidos, entre búhos y lechuzas, entre humos intoxicantes maléficos, el pánico aterrorizaba el caos de mi confusión
Y allí recostado en un catre nauseabundo, veía cómo está diosa hechicera del mal, preparaba sus brebajes, sortilegios, bebedizos y ungüentos con ojos de sapos y ancas de rana, cabezas de murciélagos en sus ritos maléficos, agitando el caldero entre risas macabras de satisfacción
Quería huir como cualquier forajido, pero me traicionaban las fuerzas y el pecado de mi confesión
---
Me enamoré de una linda y hermosa bruja hechicera, qué con su nigromancia entre sombras me arrastró y me tiró al lacónico y fatídico olvido
Me llevó a dar un paseo en la noche oscura y fría, volando en su palo de escoba por cementerios, lápidas abiertas de muertos vivientes y entre sepulturas y fosas olvidadas, que retumban en ecos de voces de almas perdidas de ultratumba, como si hubiese estado entre sombras de susurros qué atemorizan los sordos oídos
Me enamoré de un ángel endemoniado y volando bajo, sobre las copas de los árboles con sus risas siniestras y sus carcajadas macabras, en un demonio atemorizado convertido
Y allí en medio de calderos, que hierven bebedizos, potajes y mejunjes maléficos, con sus hechizos de magia negra y encantamiento, me sentía sorprendido y del cuerpo sin fuerzas y del corazón sangrante, maltrecho y herido
----
Me llevó casi a rastras por un camino serpenteante entre piedras y matorrales, abriendo paso entre sombras, penumbras y lacónicas soledades
Y allí en medio de la quebrada de los espantos y sobre un hilo de agua que cubría una laja de piedra, me lanzó boca arriba, cercenando las fuerzas de mis voluntades
Se quitó su capa negra, su sombrero puntiagudo y alcancé a ver su esquelética figura con el dolor de mis debilidades
Se posó sobre mi cuerpo como cualquier hoja seca y de sus entrañas salían llamaradas de fuego, de humos de sus pócimas y sortilegios, acrecentando el dolor y el nerviosismo de mis ansiedades
Sentí sus verrugas que se deslizaban de su esquelético cuerpo inerte y frío, abrazándome al calor de sus intimidades
El graznido de cuervos y el revoletear de murciélagos gigantes y el maullido de gatos negros, de boas, culebras y serpientes, que se deslizaban sobre la laja donde me encontraba tendido y ante la mirada atónita de búhos, urracas y lechuzas, veía que se aproximaban las hechicerías de sus crueldades
La bruja maléfica y hechicera, introdujo sus manos y dedos huesudos con sus largas y puntiagudas uñas, arrancándome el corazón entre tormentas, relámpagos, acrecentando lluvias torrenciales y fuertes tempestades
Y entre sus labios secos, sangrantes y fríos, dejé mi último aliento, moribundo e inerte, entre sombras siniestras de las fatalidades
Las lluvias torrenciales hicieron crecer de aguas turbulentas, que corrían desbordadas por la quebrada de los espantos, arrastrando mi cuerpo moribundo e inerte al mar de las contrariedades
Me enamoré de una bruja hechicera y sólo quedó el mito y la leyenda, arropada de versos, de anécdotas y habladurías en medio de escalofriantes sombras entre las penumbras de las soledades
Sólo fue una leyenda de amores pasajeros, atiborradas de cuentos y mitos, suplicando de la vida hermosa y placentera, que no haya nunca sueños macabros y mucho menos dolores, muertes y calamidades.
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga noviembre 10-2025