Leoness

La hora en el cuerpo

Tú, hado, la cadencia que me desafía,

tu tiempo es fuego que mi tiempo enfría,

cuando te miro, el instante se deshace,

veo futuros en cada frase, desenlace.

 

Mi amor por ti no es un amor lineal,

es la curva de un sueño irreal,

que se dobla en curva entera

como órbita de elipse perecedera

 

Yo, te entrego mi pecho sin escudo,

donde la pasión brota desde un nudo

de cobre ardiente y sándalo prohibido,

el objeto exacto de lo no vivido.

 

Si lloro de anhelo, brota una linterna,

que busca el centro de tu edad eterna,

tu cuerpo un reloj de arena en el envés,

donde el deseo no tiene después.

 

Y cuando me tocas, la arena se detiene,

donde mi alma en tu ahora se aviene.

¡Oh, hado, tu boca es la campana rota

que anuncia el riesgo que mi carne nota!

 

Mi mano busca la esfera de tu cristal,

temiendo romper el ritmo temporal,

y nos besamos, no es solo piel y aliento,

es la fusión de un siglo, de un momento.

 

Mi llave sin puerta abre tu memoria,

y tu pasado se vuelve mi euforia,

en el muelle, el terciopelo de cielo oscuro,

nos funde en un vínculo impuro.

 

Mis pájaros de azúcar ya no son dulces;

son ceniza de volcanes que conduces

a un destino donde el espejo gime,

y el tiempo de amar el tiempo redime.

 

Mi \"Siempre\" grabado en el dado de marfil,

no es amistad, es un pulso febril,

de una locura pasajera

entre el amor y aquella barca viejera

 

Somos la prueba de que el caos amarra,

dos imposibles unidos por una garra,

de pasión que quema la lógica y la forma,

la única ley, que a este cosmos conforma.