Pasaba…
como un soplo que deja luz en las paredes del alma,
como una palabra que sabía el camino del silencio.
Pasaba,
y en su paso quedaban huellas de mariposas,
poemas que olían a lluvia y a café recién pensado,
frases donde el dolor se sentaba a descansar
y la esperanza se quitaba los zapatos.
Patricia,
te fuiste sin ruido,
como quien cierra un libro para abrir el cielo.
Pero tu voz,
esa voz que sabía encontrar belleza en la herida,
todavía camina descalza por nuestras páginas,
nos toca el hombro,
nos dicta un verso cuando el mundo calla.
Hay un rumor de tinta en la memoria,
una brisa que lleva tu nombre entre las hojas.
No hay adiós posible para quien escribió con el alma,
porque la palabra —tu palabra—
no muere,
solo muda de cuerpo.
Así que sigue, amiga,
sigue pasándonos por dentro,
como una nota que no acaba,
como un verso que sigue soñando
en la bahía de la eternidad.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025