Carlos Eduardo Antonio
LA LLAMADA
«Apágame los ojos: puedo verte;
ciérrame los oídos: puedo oírte;
y aún sin pies puedo andar en busca tuya.»
¿De quién es el recuerdo?, preguntaba el poeta.
¿De quién es el dolor que se viste de sonrisa,
y de quién los aguaceros que ocultan mi sol?
¿De quién son las lianas verdes que el bosque arrebata,
y qué fuerza escondes, ramilletes de alegría?
¿Qué deseo me consume al besarte,
y confundir tu ser con la luz serena del mediodía?
Sentir tu ruido de pétalo, tu silbido de dios oculto.
¿De quién es el recuerdo,
y qué debo hacer con este eco que persiste?
Si el tiempo avanza, si la noche se va,
y la espera se queda, inmutable,
en puñales de fuego, no sé si te defiendo
o acuso tu ausencia en la fría arena.
porque entre tu ternura y mi agonía,
entre mis párpados untados de miel,
sentía como si luchara con el remolino inerte de tu calor.
Sentía cómo el recuerdo tomaba forma,
y el temor se desvanecía, como sombra efímera.
¿De quién es el recuerdo? Y ¿Cuál es el silencio del grito?
¿De quién es la nostalgia, si al vivirla se pierde en los túneles del tiempo?
¡Escucha! Dime dónde se esconde todo lo que llamamos vacío,
dónde se oculta el vacío cuando nos llena de frío.
P. SABAG
Llamé a los ángeles para regresarte a la vida
No obstante, acudió el ángel de la muerte
Hoy está tu alma junto a la de tu madre
En ese cielo de nubes blancas
Princesa de las letras
No podré olvidarte jamás querida amiga del alma