Caballo de negras crines.
Jinete, de amor herido.
De completas a maitines
se esconde cual forajido.
A las puertas de un convento
pasa las noches en vela,
y entre las ramas de viento
acaricia la cancela.
No es ladrón, ni es asesino.
Fue, que entregó sus amores
dejando preso su sino
entre rezos y fervores.
Una reja los separa.
Tras de la reja, una fuente
que con armonía clara
llora y reza penitente.
\"Cien años que esto durara
cien años que sufrirías.
¡Ay!, si mi caudal hablara...
Tú, estas rejas romperías.\"