En la calle de las poesías, donde las palabras danzan y se entrelazan como sombras del ayer, en las calles que alguna ves transitamos juntos hay un mural, que resguarda un grafiti desvanecido:
—Desperté en tu memoria! —
Aquí estás de nuevo,
como un recuerdo que se desliza entre las fisuras del tiempo,
devolviendo la luz a mi pecho,
un amor que renace al primer parpadeo, como si el pretérito se negara a dormir.
Tu rostro, lucero entre la bruma,
me atrapa como un antiguo hechizo, y en cada encuentro—quizás lejano, quizás imaginado—
te rememoro, como se rememora una canción que ya no se entona.
Permanezco inmóvil.
Prefiero contemplarte de lejos,
atesorar tu imagen como quien atesora un verso que duele demasiado para ser pronunciado.
Porque despertar en tu memoria
es retornar a un lugar donde ya fui,donde fui ensueño, susurro, latido y ahora soy eco, una sombra que retorna sin ser convocada.
Así, en la calle de las poesías
nuestro amor ya no florece,
solo hay silencio, como páginas que se cierran sin ser leídas.
Serán solo versos entrelazados,
que no buscan voz ni mirada,
y que ahora habitan en el recuerdo de esta calle, cada vez que despierto en tu memoria.