Mi pueblo
respira en sus
pequeñas cosas,
el molino que gira
bajo el sol,
las campanas
que suenan
como rosas,
los niños
que corren
felices
alrededor.
Lejos del
ruido
del mundo
y su prisa,
la vida es
simple,
honesta,
cotidiana,
y en la
vereda,
el río
y la brisa,
la eternidad
se asoma
temprana.