Así como los hambrientos solo piensan y sueñan con comida.
Los miserables solo piensan y sueñan con dinero.
El hambriento porque solo comió arroz con arroz.
El miserable porque siempre escuchó, \" no hay dinero\"
Y así les tocó crecer, con hambre y ambición, a lo que luego, para no avergonzarse, lo llamaron vivir con metas, propósito y esfuerzo.
Pero, en sus acciones, se descubre detrás de su hambre, (que es legítima), la glotoneria y la voracidad por comer más y mejor que el resto.
En sus acciones, se descubre detrás de su ambición, (que también es legítima), la mezquina costumbre de esconder sus billetes y fingir la miseria para que otro les pague la cuenta.
Eso no es vivir con propósito y metas.
Eso es el resultado de una necesidad biológica que nació desde la infancia con una gran carencia moral.
Un trauma enmascarado
desde la niñez.
Pordioseros desde la cuna a su tumba.
Miserables desde las tripas al corazón.