Enamorada a Distancia
Amas la esencia que habita tras la bruma de mi ser distante,
la que construyes con ecos de risas y promesas susurradas al viento,
esa presencia que mora en los espacios entre cada palabra escrita,
una sombra de afecto que calma tu alma en las noches más largas,
sin que tus manos hayan rozado el contorno de mi figura.
Cuando estás enamorada a distancia, el mundo se nubla y se vuelve difuso,
tu corazón late al ritmo de un timbre que solo tú logras percibir,
imaginando un rostro que se forma con los hilos de la esperanza,
creyendo oír mi voz en el murmullo constante de la lluvia nocturna,
y guardando cada instante como un tesoro de frágil cristal.
Te entregas a un sentimiento que nace desde lo más hondo del corazón,
sin que el perfume de mi piel o el calor de un abrazo existan,
solo con la certeza de que algo puro y verdadero florece,
alimentado por la paciencia y los sueños que tejemos juntos,
en un jardín que riegas con la fe de un mañana incierto.
Eres capaz de recorrer conmigo los senderos de la memoria,
donde guardamos cada confesión y cada secreto compartido,
construyendo un refugio con las piedras de nuestra comprensión,
una morada sin paredes donde nuestro cariño puede respirar,
libre de las ataduras que impone la fría realidad tangible.
Cuando estás enamorada a distancia, todo se tiñe de otros colores,
los días se alargan como un camino sin postes que lo marquen,
y a veces la duda golpea tu puerta con sus dedos de hielo,
pero tú respondes con la fuerza de un fuego que no se extingue,
porque sabes que lo nuestro trasciende el simple mundo visible.
No te enamoraste de la curva de mi labio o de mi paso al andar,
sino del territorio infinito que habita detrás de mi mirada,
de la luz que nace en mi interior cuando hablo de lo que anhelo,
de la bondad que doy al mundo y que tú supiste reconocer,
y yo me entregué a la verdad que vive en el centro de tu alma.
Amamos lo que no se puede medir, lo que no ocupa un espacio,
el territorio de emociones que se intercambian sin necesidad de tacto,
esa parte profunda que perdura más allá de cualquier ausencia,
y que se fortalece con cada nuevo amanecer que vivimos separados,
porque sabemos que nuestro lazo es de una materia distinta.
Así es este viaje extraño que emprendimos sin un mapa claro,
donde la confianza es la barca que navega por mares vacíos,
y donde el amor se prueba no con besos, sino con lealtad infinita,
una conexión que se alimenta de esencias y no de formas,
y que, contra toda lógica, crece fuerte en la tierra del silencio.
—Luis Barreda/LAB