¿Por qué me odio si este cuerpo es mi prisión,
si nació conmigo, cargado de imperfección?
¿Por qué despreciarme, si yo provoqué mi caída,
si fui yo quien arrancó de su pecho la vida?
¿Por qué las cicatrices son un eco de mi llanto,
y la sangre derramada me atormenta en su encanto?
¿Por qué no siento que este cuerpo sea mío,
si lo muevo, lo controlo, y aún así siento frío?
¿Por qué no me encuentro en el espejo quebrado,
si lo miro y me pierdo en mi rostro mutilado?
¿Por qué tiemblan mis manos al tocar mi reflejo, si sé que soy yo el que habita este pellejo?
Me veo y me odio, me siento un despojo,
un cuerpo vacío, un ser sin antojo.
No soy como ellos, no puedo sentir,
me consumo en preguntas que no saben morir.
¿Dejé de ser yo, o jamás lo fui?
¿Soy solo un fantasma que vaga sin fin?
El espejo responde con silencio y horror:
\"Tu odio es tu cárcel, y tu pena, tu amor\".