En el borde
de la aurora,
la justicia
se despide,
lleva un libro
en la memoria
y una flor
que ya se mide.
Pesa el alma,
no la hoja,
ni el decreto
que divide;
la verdad,
si está en la boca,
solo canta
si coincide.
Y en la rosa
de la norma
vive el sueño
que persiste:
que la ley,
si no se forma
con amor,
jamás se escribe.