En una casa romana, bajo polvo y sombra,
un cofre sellado con negra insignia reposa;
cartas de Massimo, Ruspoli y Doria guardan
el juramento al Papa tras el setenta‑y‑uno.
Doble ciudadanía, honor y guardia,
hasta que Pablo VI disolvió la Guardia Noble;
la red siguió viva, oculta tras caridad,
bajo el velo de títulos y obras benéficas.
En Venecia, bajo el suspiro del puente,
Elena Doria, descendiente de patricios,
revela la cámara secreta del Palacio Ducal,
donde “Il Tempo e i Fatti” nació en el siglo XIX.
Una sociedad anónima que, en silencio,
preserva patrimonios y mueve hilos,
influye en política, finanzas y fe,
con la mirada fija en el futuro.
Una noche, un hombre de traje oscuro,
anillo con el sello negro entrega una carta:
“El tiempo no muere, solo cambia de manos;
sigue el oro que fluye del Vaticano a Londres.”
Cuentas suizas, la Orden de Malta,
conexiones con la alta finanza internacional,
la sombra de la nobleza aún se alarga,
tejida entre hechos y tiempo.
Andrés y Elena comprenden la verdad:
la nobleza negra no es recuerdo,
es una red que, sin seda ni trono,
mueve los hilos del mundo con poder omnipotente, En las sombras del tiempo
La idea de que es más poderosa que los linajes actuales depende de a quién le pregunté\" Se les atribuye un control global y elite histórica...